En rojo, el aljibe del recinto fortificado. En amarillo, potentes muros de una edificación de planta rectangular, cuyo lado norte desapareció por desplome hacia el barranco de Sobrecastell de parte de la plataforma rocosa en que asienta. Y por todas partes, tumbas antropomorfas, hasta ciento cuarenta, unas veces excavadas en la roca y otras delimitadas por lajas hincadas en el terreno. La excavación recuperó los restos de quienes allí se inhumaron. Como es habitual, carentes de ajuar, a no ser por alguna pequeña concha de peregrino.
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