domingo, 16 de octubre de 2011

FRANCISCO MARÍN BAGÜÉS (PINTOR)

Leciñena 16-X-1879- Zaragoza 24-V-1961


Inició el aprendizaje de la pintura en el estudio de Mariano Oliver y en la Escuela de Artes Industriales de Zaragoza. En 1903 ingresó en la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid, completando posteriormente -desde 1909 a 1912- su formación artística en Roma y Florencia, al obtener mediante oposición la plaza de pensionado por la Diputación de Zaragoza. Hasta esos años Marín Bagüés había destacado entre los pintores aragoneses por la expresiva sinceridad en la interpretación de los tipos y costumbres del mundo rural de Aragón y por su técnica del recio colorido y amplios empastes abreviadores del detalle. Al regresar de Italia traía consigo el prestigio de sus dos cuadros de historia, enviados como pensionado: Santa Isabel de Portugal (Roma, 1910) y Los Compromisarios de Caspe (Florencia, 1912) y, además, una provechosa amalgama de ideas tomadas de vanguardias artísticas como el modernismo centroeuropeo y el futurismo italiano.
Durante los años inmediatos a su vuelta, Marín Bagüés completará sus éxitos con el nombramiento de conservador del recién inaugurado Museo de Bellas Artes, donde establecerá definitivamente su estudio particular, y con abundantes encargos artísticos, especialmente retratos. Además, en la Exposición Nacional de 1910 había obtenido una medalla de 3ª clase, y en la de 1915 revalidará su prestigio con otra de 2ª clase.
Pero su brillante biografía se quebrará a consecuencia de frustraciones personales y de una grave crisis de salud. A partir de 1916 se encerrará en sí mismo, dedicado a un testimonial y solitario trabajo de experimentación de otras técnicas artísticas, como el grabado y el modelado escultórico, y a la incorporación estética de anteriores fórmulas vanguardistas que enriquecerán el contenido figurativo de sus cuadros, como en el monumental de La Jota (1932), donde logra una feliz interpretación de las figuras en movimiento mediante la descomposición en planos simultáneos de color, siguiendo procedimientos del neocubismo de Delaunay. En sus años finales, Marín Bagüés volverá a revivir estas ideas del dinamismo incorporando, además, un colorido de vibrantes amarillos y ocres, en cuadros como Carrera de pollos (1953) y Acarreo de mies (1954-55).
A sus obras representativas de la pintura regionalista aragonesa hay que añadir también una abundante producción de retratos en los años de la postguerra y numerosos apuntes de paisajes y bocetos para ambiciosos proyectos de decoración mural. A su muerte el Ayuntamiento de Zaragoza adquirió la mayor parte de la obra, dedicándole una sala en el Museo Provincial, y en el otoño de 1979 conmemoró el centenario de su nacimiento con una gran exposición antológica en la Lonja de Zaragoza.
 

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