lunes, 26 de septiembre de 2011

Una conmemoración ignorada: 50 años de la muerte de Josep Maria de Sagarra

(Josep Maria de Sagarra i Castellarnau; Barcelona, 1894 - 1961) Poeta, dramaturgo y narrador español en lengua catalana que fue el autor más popular de la escena catalana durante las décadas de 1920 y 1930. Hijo de una linajuda familia oriunda de la comarca de La Segarra, su padre, Ferran de Sagarra i de Siscar, fue un notable historiador y arqueólogo especializado en sigilografía. La vocación literaria de Sagarra se manifestó desde su niñez: a los ocho años escribía versos y representaba comedias en su casa.
Se educó con los jesuitas de Barcelona; uno de sus profesores, el P. Moreu, le alentó en su inclinación por la poesía. A los doce años vio publicados sus primeros versos, y en 1914 aparecía su primer libro: Primer llibre de poemes. Cursó la carrera de Derecho en la Universidad barcelonesa: entre sus amigos y condiscípulos se contaban los poetas López-Picó y Riba. Fue presentado a Joan Maragall, quien adivinó en él a un gran poeta en ciemes. Su admiración y amistad por el autor de "La vaca cega" y por Carner y por los mallorquines Alcover y Costa i Llobera, fortalecieron sin duda su vocación, a la que contribuyeron también las impresiones recibidas en su primer viaje a Italia en 1912.
Terminados sus estudios universitarios, se trasladó a Madrid con el propósito de prepararse para el ingreso en la carrera diplomática. Su estancia en la capital de España le permitió conocer y tratar algunas de las figuras más sobresalientes de las letras, las artes y la política del momento. Hacia 1917, abandonado su intento de entrar en la diplomacia, decidió consagrarse a la literatura y al periodismo.
Encargado por El Sol, de Madrid, de la corresponsalía en Berlín, pasó a Alemania, donde residió una larga temporada. De nuevo en Cataluña se entregó a una plena vida ciudadana y a una incansable actividad literaria y periodística, todo de signo netamente autóctono. Colaboró en los principales periódicos y revistas barceloneses en lengua catalana, singularmente en los diarios La Veu de Catalunya y La Publicitat, y más tarde en el semanario Mirador, en el que acreditó su rúbrica Aperitius, comentarios volanderos a toda suerte de actualidades, de un tono ácido y pintoresco; al mismo tiempo se lanzaba a la aventura teatral y frecuentaba las tertulias literarias en las que imponía su pronto y vivaz sentido de la sátira.
En los Juegos Florales de 1931 fue proclamado "mestre en gai saber". Por este camino, Sagarra pasó a ser una de las figuras más conocidas y relevantes de la sociedad barcelonesa. Sus frases cáusticas, sus versos de circunstancias, mordaces y goliardescos, corrían de boca en boca en cafés y salones: algunas de sus coplas, pequeñas obras maestras del género, aparecieron en el semanario satírico El be negre.
Concurría a todos los estrenos, conciertos, exposiciones y solemnidades de toda especie; mataba horas en las peñas, las redacciones, los camerinos, viajaba, a ratos hacía política, era un inveterado cliente de los buenos restaurantes y locales nocturnos, y la gente se preguntaba qué tiempo podía quedarle para escribir sus largas tiradas de versos, sus numerosos artículos, sus periódicas comedias, sus traducciones. Los chismosos, a menudo movidos por la envidia, se cebaban en su vida privada, y los "padres de familia" se escandalizaban ante ciertos falsos rumores. La verdad es que pocos vivieron con tanta intensidad el período inquieto, apretado, despreocupado, lleno de buenos y malos augurios de la Barcelona de entreguerras.

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