Isidre Nonell i Monturiol nacido en Barcelona en 1872, fue uno de los pintores más destacados de la primera década del siglo XX. Nonell muy sensible a la miseria dió un gran protagonismo a los personajes más desfavorecidos de la sociedad. Una de sus obras más conocidas es la serie de Gitanas.
Isidre Nonell i Monturiol demostró muy pronto su vocación por el dibujo y la pintura. Al joven Nonell no le interesaban mucho ni los estudios ni continuar con el negocio familiar y, entre 1884 y 1892, asistió a algunas academias de pintura. Entre éstas destacaba la del pintor Lluís Graner, que lo sensibilizó hacia la representación de personajes humildes.
Entre 1893 y 1895 Nonell completó su formación en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, conocida como ‘Llotja’, y con algunos compañeros de clase (Mir, Canals, Vallmitjana, Gual, Pichot y Sunyer) formó un grupo que se conocía con el nombre de ‘Colla del Safrà’ [Grupo del Azafrán] o ‘de Sant Martí’. Todos ellos compartían las mismas inquietudes artísticas extraacadémicas y se encontraban fuera de las aulas para pintar escenas del entonces extrarradio barcelonés, sobre todo paisajes de Montjuïc y de Sant Martí de Provençals. Sus obras, a fuerza de una paleta con preferencia de colores cálidos –de ahí el apelativo ‘del Azafrán’–, tenían un aire renovador pero continuaban siendo determinados patrones naturalistas e impresionistas.
La obra de Nonell experimentará un giro muy importante a partir del año 1896, a raíz de una estancia del artista en el valle de Boí. En este lugar del Pirineo descubrió una comunidad de individuos afectados por una enfermedad que provocaba graves afectaciones mentales y físicas, el cretinismo. Los dibujos que Nonell había realizado hasta entonces, sobre escenas populares y anecdóticas ejecutados con un estilo próximo a Steinlen (y algunos de los cuales llegó a publicar en el diario ‘La Vanguardia’ o en la revista ‘L’Esquella de la Torratxa’), darán paso ahora a otros, encabezados por la excepcional serie de los cretinos, mucho más comprometidos y que expresaban con auténtica crudeza y dramatismo la miseria humana.
Entre 1897 y 1900, Nonell hizo dos largas estancias en París, donde contactó con el arte contemporáneo más adelantado y tuvo la oportunidad de mostrar al público sus dibujos de los cretinos, de los repatriados y heridos de la guerra de Cuba o de los gitanos. Durante esta etapa parisina hizo algunos dibujos claramente influenciados por Toulousse Lautrec y, en los pocos óleos que se conservan de estos años, se percibe la huella de Monet y Daumier.
Nonell volvió definitivamente a Barcelona el año 1900 y empezó a pintar su famosa serie de gitanas en un estilo ya claramente personal. Unas gitanas solitarias, melancólicas y en tonalidades muy oscuras, que en 1902 expuso en la Sala Parés de Barcelona, con críticas muy negativas, tanto del público como de la crítica artística especializada. A pesar de todo, y aferrado a sus firmes convicciones artísticas, Nonell continuaba pintando gitanas hasta que hacia 1907 empezó a incorporar a su obra mujeres de piel blanca y con un colorido mucho más alegre y luminoso.
Un año antes de morir obtuvo su primer éxito comercial y el reconocimiento de la crítica en una exposición individual que realizó en la galería Faianç Català de Barcelona, con una recopilación de más de 130 óleos. Su fama como dibujante ya se había consolidado plenamente desde finales del año 1908, cuando había iniciado su brillante colaboración en la revista ‘Papitu’, para la que dibujó hasta 1910 un total de 48 espléndidos dibujos humorísticos, que firma indistintamente con su apellido o con los seudónimos ‘Josué’ y ‘Noé’.
Al mismo tiempo pintó una espléndida serie de bodegones, un género hasta entonces nunca tratado por el artista, que revela una vez más a un maestro indiscutible del color y de la luz.
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